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TOP TEN:

 

09- MUD de Jeff Nichols

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jeff Nichols nos propone en "Mud" un cambio de roles, una historia en donde los pre-adolescentes tienen la lucidez de adultos, y los adultos se comportan como niños. Una fábula sobre el amor en su estado más puro, aquel que aún no ha sido manchado por la experiencia.


La historia nos suena, nos vienen imágenes a "El Cliente" de Joel Schumacher o a las "Grandes esperanzas" de Cuarón. La diferencia estriba en que lo que estas desarrollaban como meras premisas o puntos de partida para sus tramas, para Nichols tiene entidad propia, colocándolo en el centro de su madeja. Mucho menos pretenciosa, y por lo tanto más efectiva que su anterior creación, la ya de culto "Take Shelter", aunque comparte con este ese tono onírico, algo así como un extrañamiento casi atmosférico, y un ritmo sosegado que incomoda.


Un joven a punto de dar el paso a la madurez se encuentra con su mentor, un prófugo idealista, y por lo tanto inmaduro, algo así como el Sebastian de la comedia de Shakespeare que espera en la costa de Iliria la vuelta de Viola. La importancia de encontrar un referente o un ideal, equivocado o no, que timotee nuestras vidas, y que las aleje del naufragio. No es extraño que los tres principales  protagonistas de la trama carezcan de progenitores, dos de ellos de manera literal, y el tercero, el más cuerdo, por desapego o falta de sintonía. Esto hace que la necesidad de cobijo, de ser amado sea tan grande que ciega lo racional. Todo el conjunto versa en torno al amor, despojado de cualquier atisbo de ñoñería, o de lo que somos o no capaces de hacer por él, visto desde el prisma de quién no ha amado y por lo tanto no ha sido engañado.

 

10- BLUE JASMINE de Woody Allen

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Antes me sabia la letra"  concluye  Jasmine en referencia a la canción "Blue Moon", pero podría igualmente hablar de su propia vida, una vida que  se ha desvaneciendo como las notas de una canción mal afinada que van dejando paso al silencio.

 

Cate Blanchet construye para Woody Allen una de esas creaciones que con suerte aparecen una vez cada década. Blanchett asume un doble rol,  ella es la Jasmine azul y también la Jannette más negra, verdadero nombre del personaje y color en el que acaba destiñendo su cuento de hadas.  Una historia construida sobre la mentira de quién no asume su pasado, porque no se asume a si misma, y que sucumbe a merced del viento, siempre a espesas de que la bondad de algún desconocido venga en su ayuda.

 

Y es que es un interesante ejercicio comparar los finales de  "Blue Jasmine" y  "Un tranvía llamado deseo" de Elia Kazan, el mito y la revisión del mito. Comprobando que Allen y Tennesse Williams hablen desde lugares opuestos contando la misma historia. En el final del tranvía, Blanche Dubois nos enseñaba una importante lección, la necesidad de la mentira para soportar la vulgaridad de la existencia humana. Allen en cambio se queda en una primera capa de análisis aleccionándonos sobre la importancia de permanecer anclados a la realidad, o de lo contrario pereceremos mal peinados y  balbuceando pensamientos al azar en cualquier banco de cualquier parque. Este cruce de caminos es lo que hace de una, la de Kazan, una obra maestra imperecedera, y de otra, la de Allen,  una obra menor de un cineasta genial.

 

El verdadero diamante entre toda esta bisutería es la interpretación de Cate Blanchett, que eleva y multiplica por diez el resultado final de la propuesta. Un trabajo de composición, y una lección de comportamiento en cada escena. Blanchett es poseedora de ese extraño don que sólo las muy grandes poseen, el pulso dramático, o cómo hacer de lo dramático algo cómico sin que derive en parodia. Suyo es el partido.

2013

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