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Hay quién defiende que desde la antiguedad clásica hay un número limitado de historias que contar, y el resto son simples reinterpretaciones del mito. "Stoker" suma una historia más a ese hipotético número imaginario.

El ser humano, por lo general, es el único animal que nace, se cría y vive durante la mayor parte de su vida en familia. Esta excentrica actitud conlleva ciertas patologías. El cine, ha transitado en numerosas ocasiones intentando desentrañar el complicado laberinto de odios, anhelos, pasiones y, sólo en ocasiones, afectos, que se producen en este tipo de uniones por sangre. Desde la trilogía más apreciada de la historia del cine, "El Padrino", hasta visiones más edulcoradas como "La Fuerza del cariño" o "Magnolias de acero". Todas intentan advertirnos que, de poco o nada sirve oponernos a los designios genéticos, pues lo que fuimos, somos y seremos está escrito de antemano. "Stoker" comparte esta premisa y le suma una vuelta de tuerca intrigante: si el color de pelo, de ojos, facciones o incluso nuestra personalidad nos viene dada, ¿el mal puede también transmitirse de padres a hijos?.

Park Chan-wook, el famoso creador de "Oldboy", firma su primera película en Hollywood, y logra mantener la autoría del filme, algo inusual cuando la Meca del cine absorbe a creadores extranjeros. El refinamiento estilístico, y la concepción estética de la propuesta es lo más interesante de la cinta, que logra crear un clima que bebe directa y descaradamente del suspense de Hitchcock. Así mismo hay homenajes implícitos, que en esta ocasión no molestan, sino que se agradecen. Planos contrapicados de escaleras, escena de ducha, y un tío Charlie, semilla del mal, que bien podría ser una alegoría del Anthony Perkins de "Psicosis". El personaje central, interpretado con maestría por la inquietante Mia Wasikowska, sería algo así como una Carrie menos gritona, y por lo tanto mucho más interesante. Sobre ella descansa todo el poder de fascinación de la historia. Mathew Goode le arrebató el papel a Colin Firth, y por raro que parezca el cambio no pudo ser más acertado. Mientras que el personaje de la madre (una sensual Kidman, nuevamente en estado de gracia) parece pertenecer al universo de Tennesse Williams, algo así como una Señora Venable de "De repente el último verano" erotizada. Agraciado es también el espacio sonoro creado por Phillip Glass.

"No necesitamos ser amigos, somos familia"

 

Julio Vargas

Stoker

**1/2

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